Una experiencia etnográfica por Skylar Hahn

Cuando estaba en mis vacaciones de primavera durante mi año final de escuela secundaria, yo recibí un correo electrónico que cambiaría mi vida, fue mi carta de aceptación a la Universidad de Michigan. En ese momento en mi vida estaba completamente cómoda; tenía todos mis amigos, casi había terminado con mis clases y por fin sabía donde iría a la escuela. Sin embargo, no tenía ni idea como sería la universidad.

La importancia del cambio no resonó conmigo hasta que realmente llegó el día. Cuando llegué, tenía mucho miedo y finalmente me di cuenta que mi vida iba a cambiar. Nunca había compartido una cuarto en toda mi vida, pero ahí estaba mudándome con un completo extraño. En ese momento supe que este cambio sería una experiencia interesante.

Para ser completamente honesta, las primeras semanas de escuela no fueron fáciles. Yo vivo en el campus del Norte y en el principio del año siempre me perdía en las rutas del autobús o caminado a mis clases. Fue muy raro estar lejos de casa, extrañaba mucho mi familia, mis amigos y mi perro. En adición, mis clases eran muy diferentes que mis clases en la escuela secundaria (nunca había asistido a una clase de matemáticas con otras 400 personas), y necesitaba acostumbrarme a una nueva curva de aprendizaje. 

Sin embargo, cuando yo estoy pensado en el primer día de mi experiencia de universidad, me considero la misma persona, pero con cambios y más conocimiento debido a las dificultades en el comienzo. Un ejemplo es la forma en que mantengo mi espacio en mi dormitorio. Vivir con alguien me ha enseñado a ser más ordenada y crear buenos hábitos como hacer mi cama todas las mañanas. También, yo aprendí a amar el campus Norte después de descifrar el sistema de autobuses. Ahora, me encanta volver a mi dormitorio después de un día largo lleno de clases y aprecio mi tiempo durante el viaje en autobús porque puedo relajarme. En adición y más importante, porque no vine a la Universidad de Michigan con ninguno de mis amigos, he aprendido a hacer nuevos amigos y no puedo imaginar mi vida sin ellos.

Cuento basado en El etnógrafo escrito por Jorge Luís Borges.

 

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