Una familia destruida por Maura Wilcox

Rosa era una niña cuando sucedió.

Comenzó en un día normal en su pequeña casa en México. Su madre la despertó a las 8 de la mañana para ir a la escuela, y comió sandía y una banana para el desayuno. Agarró su mochila y su hermana Marta se fueron con su madre en el auto. El viaje en coche fue más largo de lo normal.

Ella preguntó:

– ¿”A dónde vamos”?

Su madre no respondió. Marta parecía preocupada. Finalmente, llegaron a una casa extraña en una ciudad extraña, con gente extraña. Una anciana lo trajo dentro de la casa.

Su madre les dijo:

– “Vamos a jugar un juego. Ustedes dos serán exploradores, y su objetivo es cruzar esta tierra y conquistar los Estados Unidos, como los europeos”

Las chicas estaban confundidas y no sabían que hacía pero estuvieron de acuerdo porque les encantaba jugar juegos. Esa noche, ellos durmieron en la casa extraña y se despertaron con el olor del desayuno. Se fueron temprano en la mañana después de comer y comenzaron su viaje.

“El viaje duraría mucho tiempo” dijo a su madre. Caminaron durante horas y horas a través de bosques calientes con muchas plantas y animales. Decidieron refugiarse debajo de algunos árboles para pasar la noche. Un ruido despertó a Marta de su sueño en medio de la noche. Marta despertó a Rosa. Estaba temblando y llena de miedo.

Rosa preguntó – ¿”Qué pasa”?

Marta explicó el ruido, y miraron alrededor para encontrar de dónde venía. De repente, se dieron cuenta de que su madre se había ido. La buscaron y la encontraron 30 minutos después en busca de comida y agua.

“El ruido fue solo mamá” dijo Rosa, pero Marta seguía asustada.

Decidieron continuar el viaje. Después de caminar por dos horas más, pudieron ver un pequeño edificio. Era muy pequeño y viejo, y cuando lo vieron, su madre se puso nerviosa. De repente, su madre comenzó a correr y le dijo que hiciera lo mismo. Detrás de ellos, tres policías corrían hacia ellos. Su madre tropezó con una raíz y le gritó a sus hijas:

-“Escúchenme. Sigue corriendo”.

Las chicas no sabían qué hacer, así que corrieron, mientras los oficiales rodeaban a su madre. Esta fue la última vez que la vieron, y Rosa y Marta se abrazaron, temerosas de su vida sin ella.