Mate y naranjas por Alex Sobeck

En lo profundo de la selva, había una tribu. El cacique de la tribu era un hombre que se llamaba Oatú. Él era un buen cacique que era bondadoso con su gente. Oatú había creado un gran grupo para cazar y proteger a su gente de los peligros de la selva. Uno de los cazadores sabía que él era mejor que los otros. Tenía mucho orgullo y su nombre era Nahuel. Una noche, oyó acercarse un yaguareté al albergue del cacique Oatú. Nahuel oyó un gruñido y se levantó rápidamente con su lanza, la arrojó a la cabeza del yaguareté. Oatú había despertado con el ruido y vio que Nahuel había matado a un yaguareté a dos metros de él. En la mañana, él lo promocionó a su guardia personal.

Después de los eventos de esa noche, ellos se hicieran amigos; sin embargo, la amistad era falsa. Nahuel pensaba que Oatú era un cacique débil y que él podría ser un cacique mejor. “Si Oatú me da una oportunidad, lo mataré,” él pensó. Esperaba esa oportunidad. Mientras tanto, Oatú tuvo un sueño que le advirtió de su muerte. En el sueño había un ave azul, un Chogüí. El ave estaba comiendo una naranja que estaba llena de sangre. Se despertó con miedo. “No es nada,” pensó, “no tengo miedo de un sueño. Una advertencia de los cielos no podía salvarlo.

El presagio siguió su curso en un día calmo antes de una gran tormenta. Oatú quería ir a los naranjales con su mejor amigo Nahuel para recoger su fruta favorita. No pensaba sobre el sueño que él había tenido la semana anterior. Nahuel supo que esta era su mejor oportunidad, así llevó mate y el veneno de una serpiente. Después de que ellos llegaron allí, recogieron una canasta de naranjas, Nahuel le sugirió a Oatú que descansaran por un momento. “Tal vez, quieres tomar mate. ¿Me permites cebarte mate?” Nahuel dijo. “¡Por supuesto! Es una buena idea,” Oatú respondió. Nahuel preparó el mate con el veneno. Oatú lo bebió y comió una naranja. Un poco después, él empezó a toser sangre en la naranja. Estuvo muerto en un instante. “Fuiste estúpido en confiar en mí,” Nahuel rió.

Muchos años después, Nahuel fue el cacique de la tribu. También, había un nuevo cazador que se llamaba Yacu. Él sabía que un día sería el cacique y solo necesitaba esperar la oportunidad perfecta.

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