Una experiencia etnográfica por Olivia Waelchli

Cuando llegó a la ciudad, Murdock se sintió muy feliz de estar de vuelta. Había olvidado como era y por lo tanto algunas cosas fueron confusas al principio. Por ejemplo, cuando Murdock caminaba, se encontraba con personas, no con animales. También, usaba ropa que era extraña para él. Eventualmente, sin embargo, él se acostumbró a todo. Luego, decidió caminar al despacho del profesor. Estaba emocionado, quería contarle lo que había aprendido. Después de hablar brevemente con él sobre su aventura, le dijo que sabía el secreto. El profesor juntó a todos los profesores en el departamento de antropología y Murdock les dijo el secreto y cómo lo supo. Cuando terminó, todos los profesores estaban llorando.

“¡Qué precioso!” dijo uno de los profesores. El profesor de Murdock simplemente no dijo nada. Después de algunos minutos, Murdock les preguntó sobre la publicación. En seguida, todos comenzaron a hablar. “¡No podemos publicarlo!” dijo uno de los profesores. “Nuestra ciencia me parece una mera frivolidad ahora” dijo otro. Eventualmente, ellos decidieron vivir con los indios en vez de la publicación. Murdock objetó. Quiso que lo publicaran. Él quería hacerse rico y famoso, pero nadie lo escuchó. Entonces, cuando los profesores fueron a vivir con los indios, Murdock se quedó en la ciudad y publicó el secreto. En el primer año, la mitad de las personas en el país lo habían leído. En el segundo año, casi toda la gente lo había leído. Entonces, algo extraño comenzó a suceder. Mucha gente salió de sus casas en las ciudades y se mudó a la pradera donde los indios y los profesores vivían. Eventualmente, las únicas personas que vivían en la ciudad, o, en realidad, en cualquier ciudad, eran Murdock y algunos otros científicos de la universidad. Todos los demás vivían en la pradera y cambiaron en la forma en que Murdock había cambiado. Finalmente, todos los científicos se mudaron a la pradera también. Murdock quedó solo. Después de unos meses de esto, Murdock decidió mudarse a la pradera y salir de la ciudad a la que amaba. Cuando llegó a la pradera, Murdock se sintió muy feliz de estar de vuelta. Había olvidado cómo era, y por lo tanto algunas cosas fueron confusas al principio, pero, eventualmente, se acostumbró.

Cuento basado en El etnógrafo escrito por Jorge Luís Borges.

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