Yo pensé que mi crimen era perfecto. Había pensado como desarrollar mi plan durante muchas semanas. Para mi crimen perfecto, yo robaría un museo de arte. Antes de cometer el crimen, mi cómplice y yo hicimos falsas pinturas y esculturas de lo que íbamos a robar. Mi compañero era un artista y yo era un ladrón así que juntos trabajábamos muy bien. Pero para este crimen, necesitábamos alguien que fuera un pirata informático. Buscamos una persona y eventualmente encontramos a un hombre perfecto para que pudiera infiltrarse en las cámaras de seguridad. Nos preparamos para este golpe en la creación de las pinturas falsas, en los planes de fuga y creamos una película falsa del museo durante la noche. En la noche del golpe, fui al museo de arte una hora antes de que se cerrara. El museo tenía muchas cosas muy caras, como todo tipo de pinturas, fotografías, esculturas y muchos más objetos valiosos. Así que, para este golpe, mi amigo y yo escondimos en el museo una escultura falsa y esperamos hasta que todas las personas se fueran. Cuando solo quedaba un guardia de seguridad que estaba mirando la cámara, nuestro pirata hackeó el sistema y puso nuestra película falsa, así el guardia no vio cuando cambiamos las pinturas y esculturas.
También, sabíamos como funcionaba el sistema de seguridad así que no activamos ninguna alarma. Eventualmente, robamos todas las pinturas y esculturas que queríamos cambiar por las falsas y luego cargamos las reales en nuestro camión. Finalmente, nos escapamos del museo. Por una semana, nadie notó el crimen hasta que un inspector vio una diferencia en una de las pinturas falsas. Todos entraron en pánico y finalmente encontraron la ruta del camión a un almacén. En el almacén, la policía encontró todas las cosas robadas. Pero mientras la policía inspeccionaba, yo estaba afuera con un control remoto para activar una bomba en el almacén. Apreté el botón y la policía salió del edificio, el almacén explotó dejando todo ardiendo en el interior. Así, todos pensaron que las pinturas y esculturas fueron destruidas. Sin embargo, en realidad mi socio creó dos copias falsas y nosotros nos quedamos las reales. Mi cómplice dijo: “nadie va a encontrar nuestro secreto.” Yo respondí: “Es el crimen perfecto porque nadie va a preguntar por los objetos robados porque los vieron explotar con sus propios ojos. (404)