Una tarde de otoño, el sol estaba brillando, calentando la tierra. Juan y Marta decidieron que hacía un buen día para dar un paseo por el parque. Encontraron asientos debajo de un árbol grande y se besaron.
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- Te amo. – dijo Juan.
- Te amo. – respondió Marta.
Se besaron otra vez y se miraron el uno al otro. Marta miró sus manos.
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- ¿Qué tal? – preguntó Juan.
- Juan… Tengo una confesión. – dijo Marta. – No te he sido fiel. Tengo otro amante, no eres el único.