En lo profundo de la selva, había una tribu. El cacique de la tribu era un hombre que se llamaba Oatú. Él era un buen cacique que era bondadoso con su gente. Oatú había creado un gran grupo para cazar y proteger a su gente de los peligros de la selva. Uno de los cazadores sabía que él era mejor que los otros. Tenía mucho orgullo y su nombre era Nahuel. Una noche, oyó acercarse un yaguareté al albergue del cacique Oatú. Nahuel oyó un gruñido y se levantó rápidamente con su lanza, la arrojó a la cabeza del yaguareté. Oatú había despertado con el ruido y vio que Nahuel había matado a un yaguareté a dos metros de él. En la mañana, él lo promocionó a su guardia personal.
Un crimen por Justicia por Alex Sobeck
Hace muchos años, había un pintor que se llamaba Leopold. Tenía una gran pasión, dibujar cosas que podía visualizar. Un día especial, él conoció a una mujer muy bonita que se llamaba Gretchen; a él le encantaba. Se casaron y compraron una casa rosada a las orillas del lago Cristal. Para conmemorar la ocasión, Leopold hizo una pintura de la casa y el lago llamado “Nuestro Paraíso.” Desafortunadamente, estuvieran contentos por un tiempo breve.